El nombre que proviene de la iglesia-convento instalada en dicha zona, pero el nombre Carmelo viene del monte palestino llamado Kármelos en griego, y Karmel en hebreo. Nombre compuesto de Karmen “huerta” y el Dios, que la orden carmelita toma como nombre para su congregación tal como hoy conocemos al convento y da nombre a esta importante calle de Santutxu.
La antigua zona del Carmelo era una amplia finca-campa que llegaba hasta Juan de la Cosa y hacía frontera con Begoña en el ancho camino de Zabalbide.
Finca-landa (campa) instalada en una pequeña loma en prolongada pendiente llamada Landaburu. Era propiedad de Juan de Gorostizaga y Galindez natural de Llodio, propietario de los terrenos y del caserío denominado como el suelo donde se aposenta “Caserío Landaburu” hoy nombre de otra calle de Santutxu que discurre en paralelo con la del Karmelo.
En 1884 todos los terrenos, incluido el caserio familiar, fueron donados por este benefactor a la orden carmelita, y así ganarse el disfrute de lo eterno, para la construcción de una Iglesia-convento rodeado de una extensa huerta con mil variopintos frutales por aquello de “Ora et labora” Reza y trabaja, máxima de San Benito en los conventos benedictinos y otros de recia y dura clausura como medio de vida y supervivencia.
Para lograr los dineros de esta obra faraónica, las hermanas del cercano convento de Santa Mónica (Zabalbide) se encargan de pedir limosna a las personas más Influyentes de la villa, que como expertas diplomadas en el difícil arte del buen mendigar y mejor pedir lo consiguen en nada.
Los planos fueron realizados por el carmelita guipuzcoano Pío Zatarain, así de como hizo de capataz, maestro de obras y demás oficios y menesteres que costaran dinero a las famélicas arcas del convento. Los contratistas fueron Martín de Argote y Francisco Bustlnza, siendo colocada la primera piedra el 16 de mayo de 1885 pero terminado y bendecido por el obispo de Vitoria Mariano Miguel Gómez el 7 de septiembre de 1887
Su coste ascendió a 672.318 pesetas, todo un capital en aquellos tiempos, para financiar la Iglesia de piedra labrada de 51 metros de longitud, el convento con 60 celdas-aposentos, en sus bajos una vaquería y una extensa huerta todo ello vallado al mejor estilo medieval con una tapia de piedra de tres metros de altura coronada de vidrios punzantes, y una panza “rechoncha” a medida y hechura de la del padre abad. Todo un engorroso impedimento para el que osara saquear el huerto, alterar la paz interna y su monacal silencio.
Al año de penosos trabajos y difíciles obras debido a las lluvias constantes y los cientos de manantiales que afloraban a cada palada que excavaban, así como el allanamiento y relleno del arcilloso terreno en una colina prolongada, traen consigo el derrumbamiento de parte del templo sin tener que lamentar desgracias personales, no las cuantiosas pérdidas económicas que ello supuso para la pobre y desamparada congregación, que mas tarde con la venta del grandísimo huerto y terrenos aledaños del convento para la construcción de viviendas ante la falta de suelo céntrico, consiguen de especuladores y contratistas una incalculable fortuna de algo sin coste alguno, que, cuan maná divino, les vino caído del cielo como a los israelitas en el destierro por el desierto. “Dios proveerá” tal como dice y afirma tajante la biblia, y así fue lo que aconteció con los pobres carmelitas y sus famélicas arcas, que según decían no tenían en donde caerse muertos, y eso que el grandioso huerto de proporciones desmesuradas albergaba un pequeño cementerio para la congregación, justo en la esquina de Caserío Landaburu con la calle Santo Rosario.
Como datos curiosos, la Imagen de la Virgen del Carmen que preside el altar mayor, en 1618 estaba en la capilla del Hospicio Carmelita de la calle Correo, más tarde en los Santos Juanes hasta agosto de 1886 que es trasladada a la nueva iglesia del Karmelo.
Otra curiosidad más según cuentan viejas anécdotas, este apetecible terreno apartado del mundanal ruido fue solicitado por los jesuítas para edificar una universidad, que, ante la negativa, deciden levantarla en los terrenos de Deusto en 1916 sobre 127.000 m2 de fincas, huertas y viñedos a la orilla de la ría, y su construcción de piedra de arenisca fue extraída de las faldas del monte Archanda que formaba parte de su extenso terreno otorgado por otro benefactor en sus últimos momentos aconsejado por el clero y así ganarse el cielo eterno. (Texto de la web bilbaoysustemplos)













1984 Foto Kaixo
BIOGRAFÍA DEL PADRE MÁXIMO BEOBIDE BASURTO