Cementerio de Mallona

20221003200443022_0001

Páginas desdePeriódico Bilbao Octubre 2003

Periódico Bilbao Octubre 2003

Cementeroio de Mallona para casas Ela Gaceta del NOrte 3-11-20

Moción de la minoría socialista del Ayto. de Bilbao, para la monda y limpia del cementerio de Mallona  y destinar los terrenos a la construcción de casas baratas. La Gaceta del Norte 3-11-20

20221003200455725_0001 - copia20221003200455725_000120221003200519755_0001 - copia20221003200519755_0001

20221003200519755_0001 - copia - copia

20221115180406763_0001Cementerio de Mallona 1Cementerio de Mallona 2Los Txapelas en Mallona

Los Txapelas en Mallona

OTXAR268OTXAR268AOTXAR268BPlaya Ripa ruinas S.Agustín al fondo Mallona

Playa Ripa ruinas S.Agustín al fondo Mallona

Cementerio de Mallona Archivo histórico Foral.
Plano del Cementerio de Mallona. Juan Bautista Belauzaran. Recuperado de José A. Barrio Loza
Portada cementerio de Mallona. Archivo histórico Foral.
Escaleras de Mallona
El correo de Vizcaya marzo 1975
CEMENTERIO DE MALLONA,BILBAO,1922
Cementerio de Mallona 1922

Desde 1817 hubo intención de construir un nuevo cementerio general en Bilbao, esta
idea fue una y otra vez desechada y retomada a lo largo de décadas. Los terrenos adecuados
para instalar un recinto funerario de estas características estaban situados en la anteiglesia de Begoña, es decir, no pertenecían a Bilbao. La Villa tenía problemas de diversa índole, como la falta de espacio y la necesidad de buscar financiación para la construcción de un nuevo cementerio, pero también había problemas competenciales, ya había un cementerio en Bilbao, el de la Huerta de San Francisco, pero el dictamen firmado en 1827 dejó claro que la Villa podía albergar varios cementerios como en Madrid u otras ciudades.
Bilbao siempre ha sido una ciudad ahogada por sus propios límites y de ese problema
se aprovechaban los propietarios rentistas de casas y solares. La poca oferta de viviendas
era utilizada para incrementar de manera cuantiosa el precio de los alquileres en la Villa
maximizando así sus beneficios. Esa falta de espacio también afectaba a las mercancías
teniendo que permanecer días y días a resguardo de la lluvia en las aceras o bajo las
techumbres de las casas. De esos problemas se deriva el llamado Plan Loredo (1786) que
pretendía construir en Bilbao muchas casas con el objetivo de satisfacer la demanda.
Además de plantearse la construcción de una ciudad alternativa en la vega de Abando: más
concretamente en el puerto de la Paz, este plan fue diseñado por Silvestre Pérez.
Con el Cementerio de la Huerta de San Francisco, Bilbao ya se expandió fuera de sus
límites, además mediante un lento proceso de expansión territorial la Villa fue absorbiendo
las anteiglesias que rodeaban sus límites, Abando primero, Deusto y Begoña después.
El terreno que quería adquirir Bilbao para la construcción del nuevo cementerio
estaba ubicado en Begoña y constaba de unos 27.000 m2 y casi toda la propiedad era del
Marqués de Valmediano que era Mayorazgo de Basurto, pero el Marques de Vargas, patrón
de Begoña también tenía algunos intereses que se mezclaron con la compra de dicho solar.
Begoña disponía de un camino público y natural, que unía Bilbao y los terrenos del
cementerio; la fácil comunicación y cercanía con Bilbao debió ser una de las razones de peso
a la hora de elegir el lugar. El terreno era elevado con buena ventilación y en principio
cumplía todos los requerimientos que debían tener los espacios funerarios de la época.
Aunque el cementerio estaba fuera del casco urbano estaba lo suficientemente cerca
como para poder acercarse con rapidez desde el centro. Además, las sepulturas estarían
resguardadas bajo tejavanas, con lo cual, los muertos ya no estarían desamparados en la
intemperie.
En 1828 Juan Bautista Belaunzaran presentó dos proyectos, aunque el primero de
ellos nunca se llevó a cabo. Era de estilo neoclásico y tenía muchas referencias a la
antigüedad. Era elíptico con galerías perimetrales en torno a un espacio ajardinado, el
claustro también era elíptico-oblongo. La capilla se ubicaba en el extremo del eje de ingreso,
que tenía cuatro columnas. Aunque la mayor parte del proyecto no se realizó, algunas partes
se utilizaron en el segundo diseño como la portada de las calzadas, alineada con el camino.
El segundo proyecto, que sí se construyó obtuvo la aprobación de la Real Academia
de San Fernando en 1828 y se edificó entre los años 1828 y 1830. Constaba de una planta

rectangular y un claustro, en el que destacaba la inspiración neoclásica. Al fondo estaba la
capilla y el porche se construyó siguiendo el mismo estilo. Pero la portada fue modificada,
se giró un poco para lograr un juego de perspectiva.
En 1867, se amplió el cementerio y se le dotó de otra portada, que está ubicada más
arriba. Algunos espacios como la parte del ingreso en el jardín, ahora sirven como espacios
complementarios de las próximas) instalaciones deportivas (campo de futbol) y de sus
servicios complementarios (duchas, servicios, almacenes, etc.).
Este tipo de cementerios no son exclusivos de Bizkaia, es decir, los cementerios con
pórticos que tenían sepulturas de inhumación o nichos bajo las galerías eran modelos
conocidos en la época, tanto el cementerio de Cantabria como el de Madrid estuvieron
planificados de esta manera. Este tipo de recinto funerario está emparentado con una
corriente de espacios funerarios de Italia, más concretamente con el Cementerio de Pisa.
Muchos de los académicos más importantes se preparaban ahí y se inspiraban en los
modelos italianos para diseñar sus creaciones.
La construcción del cementerio comenzó en 1828, en el mismo año se licitaron los
primeros contratos y comenzaron a hacerse directamente los trabajos que habilitarían el
recinto para su funcionamiento: desmontes y tapias, capilla, portada principal, galerías,
osarios, etc. Para esos trabajos se intentó contratar a personal exhaustivamente
seleccionado y era necesario que tuviesen experiencia previa en este tipo de trabajos. Todo
el proceso se hizo de manera muy rápida y en 1829 el Cabildo de Bilbao bendijo el
cementerio porque las obras estaban muy avanzadas.
El Ayuntamiento no tenía dinero suficiente para llevar a cabo el proyecto y se financió
mediante unos viejos aranceles sobre honras fúnebres del siglo XVIII, es decir, el concejo
pudo sacar la obra adelante gracias a la venta de sepulturas.
Al finalizar la obra, se le dotó de personal y en una sucesión de acontecimientos la
bendición de los terrenos se hizo sin capilla y sin otros servicios. A pesar de que en un primer
momento la implicación del Cabildo fue grande, este acabaría por desentenderse del
cementerio donando todos sus derechos al Ayuntamiento en 1863.
El espacio recuperaba el esplendor clásico de las civilizaciones griega y romana, las
columnas de las galerías eran dóricas romanas de cuatro piezas y de arenisca y había cuatro
pilastras que potenciaban la nostalgia transportando al visitante al pasado. En las galerías se
cobijaban sepulturas de inhumación con losas y nichos de cuatro alturas en los muros.
Los tipos de enterramiento eran variados, el más caro era el panteón, pero había
otros como los sepulcros, urnas, nichos hereditarios, nicho de párvulo hereditario, nicho
adulto de un solo entierro, nicho de párvulo un solo entierro, sepultura enlosada en la iglesia
hereditaria, sepultura personal de un solo entierro y urnas de distinción personal.

El panteón más conocido, es el que homenajea a los que murieron defendiendo la
Villa en los sitios que la asolaron durante las Guerras Carlistas. Esta obra está ubicada en
medio de un jardín fuera del recinto, consiste en un alto pedestal de piedra jaspe y data del
año 1870.
El monumento es de planta cuadrada y presenta una estructura tripartita con un
basamento que culmina en una cornisa sobre canes (parte que sobresale de la viga), tiene
un cuerpo inclinado que presenta sus frentes rehundidos y remata en una cornisa con canes
que en este caso es alternado con círculos. Tiene un coronamiento que exhibe una fachada
un frontón triangular ornamentado con una cruz inscrita en círculos acompañados por
motivos de curvas y contra curvas.
La obra destaca por su significado histórico, en este caso además ese significado se
acentúa por la tragedia a la que representa. La obra al igual que otras de Mallona ha perdido
la estatua de la Fama que coronaba todo el conjunto, esta portaba tres coronas, símbolo del
eterno recuerdo de los héroes en la defensa de Bilbao, además portaba las coronas en dos
manos coronando a los vencedores y a los vencidos por igual. Los leones del basamento
están custodiados en el claustro del museo vasco.
Todos los años en la fiesta del dos de mayo, la Sociedad Bilbaína El Sitio organiza una
procesión cívica que partiendo de la plaza de Unamuno y subiendo por la calzada de Mallona
llega hasta lo que queda del monumento, honrando así la memoria del Batallón de Auxiliares
y manteniendo vivo en Bilbao el espíritu liberal.
Otro panteón sumamente importante es el panteón de Mazarredo, ubicado en la
zona de lo que hoy es la tribuna del campo de fútbol y hay que subrayar la importancia de
la figura de Mazarredo durante la Ilustración y modernización española. Pese a que en líneas
anteriores es mencionada la tardanza de la Ilustración en comparación de las principales

potencias europeas, cabe destacar que algunos sectores de las élites ya estaban en sintonía
con esta filosofía.
José de Mazarredo y Salazar destacó dentro de las nuevas actitudes, tanto en la
importancia de la formación, como en el uso de la armada como laboratorio para
experimentar con el conocimiento aportado por el avance de la ciencia y la investigación.
Fue uno de los mejores marinos de la armada española y ascendió de los rangos más
bajos llegando a ser almirante, además como militar ilustrado se preocupó por la formación
de sus hombres y por sus equipos, ya que peleó porque estuviesen pertrechados con los
mejores navíos y medios. Esa visión tan ilustrada le llevo a crearse muchos enemigos desde
altos cargos del Gobierno hasta el mismísimo Napoleón. Pese a que tuvo un éxito más que
destacado en las guerras más importantes en las que combatió la armada española durante
el siglo XVIII, fue apartado por su carácter incómodo y decidido.

Texto: LOS CEMENTERIOS DE BILBAO: NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN. Bilbao zerbitzuak.

Cementerio de Mallona, 1922, de Kurt Hielscher, del libro «Das unbekannte spanien».

En las calzadas de Mallona, que en principio se llamaron Calzadas de Begoña, estuvo el primer cementerio de la villa, ya que cuando Bilbao era las Siete Calles, los enterramientos se realizaban bajo las losas de la iglesia de Santiago y de su pórtico.

A principios del siglo XIX hubo una epidemia de tifus, por lo cual, en 1808 según orden del Gobierno de José I Bonaparte, los cadáveres se deberán enterrar fuera de la villa. Ante este hecho, se convirtieron en cementerio unos terrenos dedicados a huertas que tenían los frailes de San Francisco, en donde posteriormente estuvo el cuartel de Garellano y luego las escuelas de San Francisco. Muy pronto se quedó pequeño, y se pensó en 1829 en unas campas de la jurisdicción de Begoña conocidas como Mallona, nombre que correspondía al del caserío y terrenos ad­quiridos para dicho efecto. Se compraron los terrenos y encargaron los planos al arquitecto de la Academia de San Fer­nando, Juan Bautista de Belaunzarán (Andoain 1769-1849), quien logró una obra admirable dentro del más puro neoclasicismo, terminándose en 1830. De aquella obra solo queda la portada y parte del recinto sagrado convertido hoy, en el campo de fútbol del Mallona.

La portada constaba de un gran arco de ingreso flanqueada por dos columnas dóricas a cada lado y unidas por un entablamento superior, rematado por una cruz a cuyos lados figuraban dos urnas funerarias. Sobre la puerta había una inscripción atribuida a Alberto Lastra que decía:

Aquí acaba el placer de los injustos y comienza la gloria de los justos.

La planta del cementerio era rectangular con una plaza octogonal y jardines, galerías de nichos y una preciosa capilla. Se construyó entre 1828 y 1830. El 24 de mayo de 1870 se inauguró solemnemente el Mausoleo o Panteón dedicado por la villa de Bilbao a los caídos un su defensa durante la Primera Guerra Carlista (1835-1836).

Este espléndido monumento que costó 70.000 reales, fue proyectado y esculpido por José Bellver y Marcos de Ordozgoiti. La estatua era una figura femenina que representaba a la villa de Bilbao, coronando de laurel a sus héroes y defensores, y la adornaban en la base cuatro leones que hoy se pueden admirar en las cuatro esquinas del Museo Histórico de Vizcaya. De los 218 pliegos que se presentaron a concurso a principios de 1870, para decidir que inscripción se pondría en el panteón, ganó Julio Enciso con el siguiente texto:

Bilbao a sus hijos predilectos que le conquistaron el título de invicta
Se sacrificaron por la libertad de la patria, Cumplieron como buenos con su deber

No los lloréis, imitadlos.

En 1902 se realizaron los últimos enterramientos porque se había quedado pequeño, y en esa fecha, se inauguró el de Vista Alegre de Derio por el alcalde de la Villa, Baldomero Villasante Anchústegui. El cementerio de Mallona fue clausurado oficialmente en 1927.

Texto de Javier González Oliver en Bilbaopedia. 

Blog de WordPress.com.

Subir ↑